DISCURSO DE LOS DELEGADOS
(2ºA Manuel Camacho y Manuel Funes, 2ºB Jose Antonio Hermida y Rafael Ruiz, 2ºC Miguel Roch e Isabel Sánchez)
Parece que fue ayer cuando, temerosos, nos encontrábamos frente a la puerta de un aula, donde una multitud de miradas curiosas nos observaban, donde, al llegar la hora de entrar, sujetamos con temor la mano de nuestros padres, mientras que el profesor, nos dedicaba una alentadora sonrisa, con la que nos invitaba a entrar. Parece que fue ayer, pero fue hace quince años.
Fue hace quince años, cuando sin vergüenza ni demasiada timidez, hicimos nuestros primeros amigos, cuando corrimos por primera vez por el patio del colegio, cuando desquiciamos a nuestros profesores, por primera vez que no última, y cuando empezamos a ver y admirar a los más mayores.
En infantil dejamos de ser bebés para empezar a ser niños, aprendimos cosas importantes, como la canción del rey u o la historia del país de las letras... Jugamos en los patios, donde las canastas eran torres de castillos y nuestros chándales escolares se convertían en vestidos de princesas, o armaduras de guerreros.
Fue cuando vivimos nuestros primeros Juan Marías, donde nuestra máxima expectación era la kermese para poder participar en cada juego de cada barraca, y para poder cantar ese himno que nos habían enseñado en clase. Y así pasamos a Primaria.
Probablemente, una de las cosas que más ilusión nos hizo, fue llevar el uniforme, como los mayores. Parecíamos pequeñas “personitas”. Teníamos muchos libros, nuevos compañeros de clase y ya éramos casi mayores. Empezaron las excursiones a la finca, donde podíamos convertirnos en un explorador en mitad de la sabana, que no dudaba en reunirse con el resto de compañeros, para compartir desinteresadamente la comida que tu madre te había puesto en la mochila, que entre nosotros… podías dar de comer a un régimen entero.
Fue, también, el tiempo de las excursiones a la granja escuela, donde pasamos de montar un poni a montar un caballo. Eso fue para nosotros, un evidente signo de madurez. También en Primaria hicimos nuestros primeros amigos “de verdad”, forjamos nuestros hobbies y habilidades, de la mano del baloncesto, balonmano, Grupos de Amistad…. Abandonamos las princesas y guerreros por los Pokemons, los Power Ranger, Harry Potter y Memorias de Idhún.
Una época donde el suspense entre saber si ese día en el patio de comedor irías al video o al “poli” era algo emocionante. Poco a poco, el deseado uniforme, empezó a ser odiado y levemente modificado para poder parece más mayor, y lo que parecían seis largos años culminaban con lo que nos parecía la decisión de nuestra vida: Francés, Alemán o Taller.
Cerramos sexto, con una obra de teatro que emocionó a nuestros padres, y la sensación de que por fin éramos ya mayores: empezábamos la ESO, éramos alumnos de Secundaria. El miedo a lo desconocido lo ocultaba la emoción de no llevar uniforme y tener asignaturas de mayores.
Las chicas, además de bailar, también cantaron muy bien. El himno de Juan María sonó mejor que otras veces.
Durante la Secundaria, cambiamos. La adolescencia empezó, para desgracia de nuestros padres y profesores, que tenían la suerte de convivir con un grupo de alumnos rebeldes y hormonados, con sus más y sus menos… De pronto descubrimos que los chicos y las chicas éramos diferentes, y lo divertido que podía ser salir un viernes por la tarde al cine o pasear con tus amigos.
Es la etapa en la cual debimos aprender a estudiar, pero no os vamos a engañar… En secundaria aprendimos a ser expertos en aprobar por los pelos, estudiando el último día, desoyendo los consejos de profesores, que en aquella época, considerábamos casi enemigos.
Pero, lo que mejor recordaremos, con razón, de secundaria, fueron las excursiones de fin de curso. Primero de la ESO, donde fuimos a la Warner, marcada por las visitas a enfermería y la lluvia; en Segundo de la ESO a Urda, Toledo, donde hicimos la primera excursión pasando una noche fuera, y decidimos celebrarlo con pequeñas travesuras, y donde también nos llovió…;
Tercero de la ESO fue Valencia, con la visita al Oceanográfico, la emoción para las chicas de lucir bikini en la playa y Terra Mítica, no os lo vais a creer… Pero también nos llovió; Por último, Cuarto de la ESO, Asturias, multiaventura, playa, escapadas por la noche y donde… ¿adivináis? Sí, nos llovió también. De esto podemos sacar dos conclusiones: que nuestra generación tiene muy mala suerte para las excursiones…. ¡Y qué Secundaria fue una etapa muy divertida!
Los padres también sorprendieron cantando.
El aprobar, la elección de bloque, el paso a Bachillerato… La evidencia de que estábamos a punto de convertirnos en adultos, la separación de los amigos, por fin, en personas, era imposible de ignorar. Sin embargo, nada de eso logró paralizarnos, y después de tantos años… Comenzamos la siguiente etapa.
¡El estrés, la PAU, los exámenes, la presión…! Pero si reflexionamos, durante unos minutos, se llenará nuestra mente recuerdos… Recuerdos del PES, donde nos forjamos como personas, con esos “obligatoriados” que se convirtieron en una experiencia inolvidable y en un placer.
Recuerdos de Primero, donde la PAU seguía siendo algo lejano, y no nos quedamos sin salir ningún sábado. El recuerdo de todos los profesores con todas sus ayudas y su apoyo incondicional, sus ánimos cuando pensábamos que ya no podíamos más…; El recuerdo del viaje a Italia donde… ¡NOS LLOVÍO! Sí, nos llovió, pero las sonrisas mal disimuladas de la mayoría de nosotros, pueden deciros que fue el mejor viaje de fin de curso de nuestras vidas.
También celebramos Juan María. Si en infantil y en primaria, el objetivo era jugar en todas las barracas, y en secundaria, era conseguir el mejor turno, para poder pasearte por el patio con tus amigos, antes de irte a comer fuera… en segundo de Bachiller, lo celebramos todos juntos, con nuestros profesores, empezando a ser conscientes ya del final. Nuestro último Juan María.
Vaya rap que se marcó Andrés.
Es ahora, cuando somos conscientes de lo que significaba aquel día. Ahora, en este escenario, en el cual hicimos nuestras primeras representaciones y bailes descoordinados en infantil, nuestras obras para cerrar ciclo en sexto, donde hicimos teatro con David y Óscar… Donde ya estamos.
Echamos la vista atrás, y aunque no todos los recuerdos son buenos, son recuerdos de nuestra trasformación de niños a personas. De una vida ligada al Menesiano, una vida marcada por sus valores, por lo que aprendimos aquí. Aquí hemos madurado, hemos conocido a nuestros mejores amigos, nos hemos formado educativamente.
Por todo eso, muchas gracias. Gracias al Menesiano y a las personas que lo forman. A todos los Hermanos, por sus sabias enseñanzas, por la formación religiosa que nos han aportado, por el cobijo que este techo nos ha dado;
Gracias a todos los profesores, de infantil, de primaria, de Secundaria y de Bachiller, porque sin ellos, no estaríamos hoy aquí, por enseñarnos, no solo a sumar, a analizar, a dibujar… Por enseñarnos cómo ser personas;
Gracias a nuestros padres, por la decisión que tomaron, por acompañarnos a cada paso sin dejarnos caer, por aguantar nuestros nervios por los exámenes, nuestros brotes de rebeldía...
Y gracias, a todos los que hoy compartimos este día y este escenario, por todos estos años juntos, por compartir los nervios, por compartir alegrías, por compartir una vida…
Muchas gracias a todas y a todos. Si hay algo que sabemos los que hoy nos graduamos es que siempre llevaremos al Menesiano y a los que lo forman en el corazón.